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1. Anorexia nerviosa
La anorexia nerviosa es un trastorno psiquiátrico clasificado en el eje I (Trastornos clínicosOtros trastornos que pueden ser objeto de atención clínica) del DSM-IV en el grupo de los trastornos del comportamiento alimentario. Su curso es crónico, con un pronóstico reservado, esencialmente porque conlleva alto riesgo de morbilidad y mortalidad. Es predominante en el sexo femenino, aproximadamente el 95% de las personas que desarrollan este tipo de trastorno son mujeres.
La mortalidad ha aumentado en las últimas décadas, superando el 10%. Es de hecho, el trastorno psiquiátrico con mayor mortalidad después del suicidio. La muerte suele estar asociada a la desnutrición y al suicidio. Igualmente, la morbilidad está estrechamente ligada a la desnutrición y en consecuencia, los efectos de ella derivados mejoran con la recuperación del peso y el mejoramiento del estado nutricional.
Se caracteriza clínicamente por aparecer en personas cuyas edades oscilan entre los 13 y los 20 años de edad, que se resisten a mantener un peso acorde a su edad y su estatura, temen profundamente aumentar de peso y han desarrollado una aversión significativa hacia la obesidad. En especial, presentan una marcada distorsión de su imagen corporal, lo que hace que se vean con sobrepeso aunque estén en franco estado de desnutrición y emaciación. El infrapeso excesivo en mujeres post puberales desencadena cuadros de amenorrea que son prolongados.
Así mismo, esta condición de infrapeso explica signos y síntomas como el lanugo, el hirsutismo, la palidez, la pérdida de masa muscular y por supuesto de tejido adiposo, las fracturas, la osteopenia, entre otros. Lamentablemente, unos de ellos desaparecen tras la recuperación del peso corporal, mientras que otros persisten.
El cuadro se presenta bajo dos modalidades que han sido denominadas técnicamente, subtipos. Uno está en esencia representado por la conducta restrictiva en la que predominan el ayuno y el ejercicio excesivo y se denomina: subtipo restrictivo. El otro está representado por conductas de tipo laxativo que incluyen autoinducción de vómito y uso crónico de laxantes y diuréticos tras la ocurrencia de atracones de comida. A este se le denomina subtipo purgativo.
La anorexia nerviosa presenta comorbilidad psiquiátrica esencialmente con el trastorno obsesivo compulsivo, los trastornos afectivos y algunos trastornos de la personalidad. Y a su vez, es fundamental hacer un adecuado diagnóstico diferencial tanto en referencia con trastornos psiquiátricos (trastorno obsesivo compulsivo, fobia a la comida, depresión) como en referencia a enfermedades físicas (diabetes mellitus, cáncer y tirotoxicosis).
Se han identificado factores de predisposición, precipitantes y de mantenimiento para explicar la etiopatogenia de la anorexia nerviosa. La identificación de estos factores ha sido importante para la comprensión y abordaje de este trastorno. De hecho la mayoría de estos factores son susceptibles de ser abordados a través de estrategias de prevención en todos los niveles.
2. Bulimia nerviosa
La bulimia nerviosa es un trastorno psiquiátrico clasificado en el eje I (Trastornos clínicosOtros trastornos que pueden ser objeto de atención clínica) del DSM-IV en el grupo de los trastornos del comportamiento alimentario. Su curso es crónico, con mejor pronóstico que la anorexia nerviosa. El riesgo de mortalidad es menor que el de la anorexia nerviosa debido a que la desnutrición es menor. No obstante, la impulsividad es mayor que en la anorexia nerviosa y esto puede favorecer el consumo de sustancias psicoactivas o exhibir conductas suicidas. También es predominante en el sexo femenino, aproximadamente el 95% de las personas que desarrollan este tipo de trastorno son mujeres.
Son características clínicas de la bulimia nerviosa la preocupación excesiva por la imagen corporal, la pérdida del control sobre el comportamiento alimentario, que se expresa en atracones de comida, conductas compensatorias inadecuadas para evitar subir de peso que por lo general se expresan en ejercicio excesivo, ayunos, inducción del vómito y abuso crónico de laxantes y diuréticos. Se sienten culpables cuando comen y se autocritican de manera severa por lo que suelen ocultar sus conductas desadaptativas y pasar desapercibidas por largos periodos de tiempo.
La bulimia nerviosa se presenta en dos subtipos a saber: purgativo y no purgativo. La conducta purgativa incluye el uso de laxantes, diuréticos y la autoinducción del vómito. Las conductas no purgativas están representadas por el ejercicio excesivo, el ayuno y la dieta estricta.
La comorbilidad incluye cuadros de ansiedad, depresión, irritabilidad e ideación suicida. Y a diferencia de la anorexia nerviosa, el diagnóstico diferencial se hace con predominio sobre entidades médicas que incluyen los sindromes de Klein Levin y Kluver Buc y los tumores hipotalámicos. No obstante, se descartará la presencia de sindromes conversivos desde la psicopatología de la persona.
Si bien su evolución y pronóstico es favorable frente al de la anorexia nerviosa, las complicación médicas son bastantes debido especialmente a la descompensación hidroelectrolítica producida por la autoinducción del vómito. Entre ellas están la depleción de los niveles de potasio, la hipocalcemia, las infecciones urinarias, las afecciones cardiacas, la rigidez muscular y el daño renal.
En lo que respecta a la etiopatogenia, no hay tanta identificación de los factores que están predisponiendo, precipitando y manteniendo el trastorno, pero sí se reconoce que hay presencia y participación de factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales.
3. Otros trastornos del comportamiento alimentario:
Además de la anorexia y la bulimia nerviosas, recientemente se han identificado otros trastornos que implican el comportamiento alimentario, entre los que están la obesidad, la vigorexia, la ortorexia y los trastornos del comportamiento alimentario no especificados o atípicos.
La obesidad implica comportamiento alimentario pero no es un trastorno psiquiátrico. No obstante, la comorbilidad psiquiátrica y la morbilidad psicológica no son despreciables en este trastorno. Las personas obesas suelen presentar cuadros de estados de ánimo deprimido, depresión, ansiedad y muy baja autoestima, generalmente asociada a la estigmatización y al rechazo social.
La obesidad puede ser primaria o secundaria. Esta última representa escasamente al 1% de la población de personas afectadas por la obesidad. Como su nombre lo indica, se trata de un efecto de otra enfermedad como pueden ser trastornos hipotalámicos, endocrinos, genéticos o iatrogénicos. Por su parte, la obesidad primaria afecta al 99% de la población de personas obesas. Incluye hábitos comportamentales y factores biopsicosociales.
Independiente del tipo de obesidad, primaria o secundaria, las complicaciones son numerosas tanto en el aspecto psicológico como físico del individuo obeso. De esta manera, la obesidad está reconocida como un factor de riesgo de alto impacto en la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y el cáncer.
En lo que respecta a la vigorexia, este es un trastorno en el que el individuo disminuye significativamente la ingesta calórica, abusa de esteroides para aumentar su masa muscular, hace excesivo ejercicio anaeróbico (por lo general levantamiento de pesas) y tiene una preocupación extrema por su imagen corporal. A diferencia de la anorexia y de la bulimia nerviosas, es predominante en el sexo masculino.
La ortorexia es un trastorno particular, en el que el individuo, que se ha insertado en el mundo de “lo saludable”, decide restringir su dieta a alimentos que son bajos en grasas, azúcares, eliminar por supuesto toda clase de farináceos, verduras que contengan azúcares, grasas saturadas, etc., hasta el punto de alcanzar condiciones de malnutrición por déficit de nutrientes que son esenciales para la vida y el mantenimiento de los seres humanos.
Como su nombre lo indica, los trastornos del comportamiento alimentario no especificados o atípicos se refieren al grupo de conductas que son disfuncionales, pero cuyas características son insuficientes para ser clasificados como una anorexia, una bulimia, etc.
4. Teorías explicativas:
Con el propósito de explicar la anorexia y la bulimia nerviosas, se han propuesto tres grandes teorías: (1) hipótesis de la externalidad, (2) hipótesis de la activación emocional y (3) teoría de la restricción. Esta última es el resultado de las críticas de las dos primeras y es la teoría más representativa en la actualidad para explicar este tipo de trastornos.
La hipótesis de la externalidad sugiere que el patrón de ingesta excesiva que puede presentarse tanto en la anorexia como en la bulimia y que se traduce como atracón, en realidad depende de los indicios ambientales que se constituyen en un estímulo externo para esta conducta. Esto se une a una deficiencia en la percepción de los estímulos internos que le indican a la persona que ya no tiene hambre y que se ha saciado.
La hipótesis de la activación emocional es de origen psicodinámico y le otorga un papel esencial a los factores emocionales, reconociéndolos como los responsables de desencadenar la conducta de comer. Por tanto los factores emocionales, inhiben o excitan la conducta alimentaria.
Finalmente, la teoría de la restricción propone que el ser humano tiene la capacidad de controlarse y de restringir su propia conducta alimentaria. De esta manera, comer está ligado estrechamente a la voluntariedad y la intención, lo que le permitirá a la persona conseguir y mantener el peso que considere ideal. Por supuesto, la persona con un trastorno del comportamiento alimentario tiene una distorsión con referencia de lo que es “ideal”.
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